Las TMNT in NW - Cap. 4

Arte vs Realidad
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La travesía por el gran y frondoso bosque les tomó más tiempo de lo que esperaban, por lo que debieron acampar esa noche. A Donatello le pareció un poco extraño que su compañero clonador reclamara tanto por no haber alcanzado el campo de batalla ese día ya que habían atravesado varias decenas de kilómetros.

_ ¡Pero Kashi-sensei! Hubiésemos llegado en dos por tres si no me habría prohibido emplear mis “clones de sombra”.

_ Lo siento, Ramen. Sabes muy bien que un grupo como el tuyo podría ser detectado fácilmente por el enemigo. Más si emplearas “esa” técnica para trasladarnos.

_ ¿En serio? Es que no entiendo que tiene de malo ir al lomo de una rana toro gigante…

_… modificada genéticamente, la cual sirve de contenedor biótico para la sangre de los bichoos.

_ Eso, eso ¿Qué tiene de malo?
La tortuga pensó detenidamente en lo que había dicho por último el jouning, y al poco rato comprendió todo.

_ Es porque la rana brilla ¿no?

_ Exactamente, Donatello.

_ Entiendo. Y ahora creo saber el por qué las ranas son tan particulares en este mundo: la mutación que les produce la sangre iridiscente hace que sean enormes, razonen y hasta hablen. Algo similar a lo que ha producido en nosotros el Ooze de TGRI.

_ ¿Ah?

_ Exactamente, Donatello.

_ En este caso, al inyectarse mayor cantidad de plasma en ella ha crecido mucho más, pero a costa de efectos colaterales en su dermis ¿no es así?

_ ¿Eh?

_ Así es, mi perspicaz amigo.

_ Vaya. Si Rafa oyera esto ahora no sé cómo reaccionaría.

_ ¿Oh? – exclamó Ramen confundido.


Más al este, Tekura se había reunido con el grupo de ninjas médicos. Al llegar vio que el campamento estaba abarrotado con heridos.

_ ¡Al fin has llegado! Estamos cortos de personal, como puedes ver.

_ ¡Pero Shifume!

_ ¡No me vengas con que estas dopada! Aquí tienes la bata. Vete a la tienda A4 que una veintena de malheridos te está esperando con los brazos abiertos. Bueno, la mayoría que todavía los tiene… en fin ¡Vamos, vamos, vamos!

_ Rayos… ya voy, ya voy.
Desanimada, la kunoichi partió arrastrándose hacía el trabajo. Mientras se acercaba a la carpa, noto algo extraño en ella: tenía el mismo tamaño que las demás; el mismo color blanco; el mismo diseño. Pero algo no cuadraba, aunque no sabía que era. Se acercó con precaución y tomo una de las solapas de la puerta, notando al tacto que no se trataba de una tienda hecha de tela sino de papel. Recordando las técnicas de uno de los Acatsuki, las de “Conan” la bárbara origamista, creyó acertado terminar con la falsa treta destruyendo la carpa.

_ ¡Pero qué has hecho, Tekura! – grita horrorizado un ninja médico al ver los restos chamuscados de lo que fuera la tienda, dejando a los heridos desprotegidos de la intemperie.

_ Es que creí que era una técnica de nuestros enemigos para infiltrarse.

_ ¿Cómo? Es que se nos habían acabado las carpas y Sal nos hizo un par con su gran rollo ¿es que no has visto los restos de tinta en ella?

_ Bueno, perdónenme. Es que con lo oscuro que esta, creí que era sangre.



Esa misma noche, el trio de tortugas alcanzo la seguridad de las cavernas donde su maestro los esperaba. La ansiedad de sus ocupantes exploto en un emotivo reencuentro.

_ ¡Miguel! ¡Qué bueno es verte otra vez! – dijo O´Neil dándole un fuerte abrazo.

_ Miguel Angel… estoy aliviado de ver que estas sano y salvo – suspiro Splinter.

_ ¡Mikey! ¡Deja ya de apachurrar a April! – protestó Casey Jones.
Acabado el recibimiento, las preguntas comenzaron a bombardear al ex cautivo.

_ ¿Cómo le has hecho para abrir un portal interdimensional?

_ Yo…

_ ¿Sabes por qué hemos llegado aquí?

_ Este…

_ ¿Tienes idea de cómo regresar?

_ Pues…

_ ¿Me pasas una porción de esa calabresa?

_ Eh… claro.
El maestro acudió en ayuda de su pupilo ordenando que cesara el disturbio. El silenció llenó el recinto de la cueva produciendo un efecto agobiante sobre él. El sudor comenzó a rodar en gruesas gotas sobre su frente; las manos le temblaban; sus dientes castañeaba; y su porción de pizza seguía intacta.

_ Lo siento, Miguel Angel. Creo que he creado más presión sobre ti. No obstante, es necesario que nos informes sobre lo que sabes del acontecimiento.

_ Bueno. La verdad es que…
En ese momento la tierra tembló estrepitosamente produciendo que la cueva comenzará a desmoronarse.

_ ¡Rayos! ¿Otra vez?

_ A eso se le llama deja vu, Rafael.

_ ¡Ya deja de decir tonterías y corre por tu vida, Don!
Huyendo a toda prisa, el grupo sale intacto de la caverna. Para su sorpresa, fuera los estaba esperando ni más ni menos que el líder de los Acatsuki. Vestido con la túnica fucsia y amarillo patito, llevaba puesta una máscara que presentaba sobre ella el círculo de tiro al blanco. Sus ojos se veían a través de dos orificios: uno en forma de estrella y el otro de lágrima, típicos de la usanza de los payasos. Llevaba en su mano derecha una paleta de caramelo gigante que de a ratos lamia.

_ ¡Rayos! Ese se parece a…

_ ¡¿A quién, Mike?

_ A… a… pues, no me acuerdo, ja, ja, ja.

_ Oh, vaya – se lamentó Rafael.
Dejando de lado su paleta gigante, la llamativa figura hizo un movimiento de manos haciendo que aparecieran una decena de malos cosplayers, con trajes de medio pelo hechos con papel crepe descolorido y maquillaje de temperas escolares, todos de color verde cemento.

_ ¡A mí, clones de Zeto! Estas criaturas nos proporcionarán el color que nos falta y así podremos crear el genjutsu perfecto ¡A por ellas!
Con jeringas en sus manos, los malos cosplayers arremetieron contra las sorprendidas tortugas.
Tomando sus armas, los tres hermanos, Casey Jones y el maestro Splinter respondieron al ataque de los cientos de “zetos”. Con agilidad nuestros héroes esquivaban las incesantes arremetidas puntiagudas a la vez que incapacitaban a sus portadores. Viendo que no progresaba el ataque, el jefe Acatsuki ordenó la retirada de los jeringuistas.

_ Por fin desistieron – suspiró Casey Jones.

_ No cantes victoria. Creo que se preparan para otra envestida ¡Y parece que nos quieren dejar bien vestidos! – le dijo Miguel contemplando a un nuevo grupo de cosplayers.
Los clones de zetos ahora cargaban con camisas de fuerza, mientras que otra mitad iba armada con bastones de madera. El grupo iba dividido en parejas, uno con el chaleco y el otro con el palo. Mientras la segunda atacaba, la primera intentaba por la retaguardia inmovilizar con su opresiva vestimenta. No obstante, las tortugas lograron salir invictos en el enfrentamiento.
Notando el enojo de los malos cosplayers, los hermanos vieron cómo se iban agrupando desordenadamente entre ellos hasta formar una masa de gentío.

_ ¡Apelotonamiento no-jutsu! – vociferaron mientras corrían apretujados contra sus desconcertados contrincantes. La conglomeración estaba conformada por unos doscientos clones de Zeto que tenía la forma de media luna para abarcar el mayor espacio y dejar sin escape a las tortugas. El fervoroso grupo creyó que tenía la victoria en sus manos, pero lo único que encontraron fue la dura pared de rocas de la caverna ya que sus adversarios saltaron por encima de ellos y escaparon corriendo por sus cabezas. Los hermanos miraron anonadados como todos los clones habían quedado inconscientes.

_ No sé si es la peor técnica que he visto o que sean los peores fanáticos.

_ Puede que ambas, Rafael.

_ Por eso me cuesta tanto decidirme, Leo.
El jefe Acatsuki observaba apacible la escena, como si no le importara. Chasqueando los dedos, llamo a otro batallón de malos coplayers lanzándolos al ataque con la misma estrategia, obteniendo el mismo resultado. Y como si nada, volvió a llamar y enviar a los inefectivos soldados que eran vapuleados por las armas de las tortugas. Un gran número de clones inconscientes se habían amontonado a su redor como costales de arena.

_ ¿Es que no ve lo que está pasando o lo hace adrede?

_ No lo sé, Rafa. Pero no parece preocuparle – le respondió su maestro.
Cambiando su accionar, el variopinto líder tomo un interruptor de su bolsillo y lo acciono. Como si fuera una película de zombies, los cientos de cosplayers se levantaron sorprendiendo en gran manera a los defensores.

_ ¡Cielos! ¡¿Cómo puede ser?!

_ Tranquilo, Miguel. Fijáte bien en ellos: están dormidos. Es como si sus cuerpos se movieran por si solos.

_ Y claro, maestro ¡Son zombies! ¡¡Yo me voy de aquí!! – le contesto la temerosa tortuga.
Una perturbadora y familiar carcajada resonó en el lugar, deteniendo en seco la huida de Miguel Angel. Al lado del jefe Acatsuki apareció la figura de Escorbuto.

_ ¡Tú aquí! ¿estas vivo de verdad?

_ Claro que lo está, Rafa ¡Porque es un zombie! – dijo Miguel aterrorizado.

_ Ya, Mike…
Quitándose la capucha, el desequilibrado galeno dejó ver su pálida tez, donde se pudo apreciar que uno de sus ojos estaba completamente en blanco.

_ ¡Lo ven, lo ven! ¡Es un zombie!

_ No, Mike. No creo que eso sea posible – le contesto Leonardo

_ ¡Jua, jua, jua, jua, jua, jua! Lamentablemente tienes razón, mi verde espécimen.

_ Pero… pero ¡si te ves como un zombie! – volvió a recalcar la tortuga.

_ Vaya. Nunca me habían dicho algo tan encantador, la verdad. Agradezco que mi albinismo sea de tu agrado – le dijo mientras le hacía una venia.

_ ¡Albinismo! ¡Se los dije, se los dije! Eso es… es… ¿Qué es eso?

_ ¡Jo, ju, jo, ju, jo, ju, ja! No tiene sentido que te lo explique, mi ignorante reptil.
Al instante, los manipulados cosplayers de zetos levantaron sus manos derechas dejando ver en sus palmas pequeñas bombas ninja.

_ ¡Demonios! – solo llego a decir Rafael cuando las cientos de bombas fueron lanzadas hacia ellos.


Mientras tanto, en el frente de batalla, la alianza de los ninjas junto a los jefazos se enfrentaba contra miles de otros tantos malos cosplayers. Al llegar al lugar, Donatello puedo ver que no solo eran clones de Zeto, sino que él mismo estaba allí al lado de una figura que repelía sin problemas a todo atacante que se le acercara.

_ ¿Quién es?

_ ¿El de cabellos oscuros con armadura de samurái?

_ Si, ese mismo.

_ El, mi caro amigo, es uno de los mejores ninjas de la historia. Su nombre es Madera Achiha.

_ Salud.

_ ¿Eh?

_ ¿No has estornudado?

_ Ah… no.

_ Oh… ¡Oh! Es el apellido. Ya veo.

_ ¿Jum? Bueno, mejor será que nos unamos a la batalla ¿están listos?

_ ¡Nací listo, Kashi-sensei!

_ Eso me temo… ¿y tú, Donatello?

_ Bueno, nunca he estado en una guerra (y ni sé porque estoy aquí realmente), pero intentare ayudar en lo que pueda.

_ Bien dicho. Entonces te encargaré a Ramen para que lo protejas. Como sabes, ellos están buscando su sangre y la del otro bichoo.

_ Entiendo. Intentare protegerlo lo mejor posible.

_ Bien. Nos vemos en el frente.
Pronto se reunieron con el resto y permanecieron quietos viendo como sus compañeros eran golpeados por el imbatible Madera. Donatello no podía creer la habilidad de este ninja que paraba cualquier ataque físico con y sin armas empleando solamente a otros ninjas. Avanzaba abatiendo a todos como si fueran de papel utilizando sus puños o las armas que les quitaba al azar de las manos.

_ ¡Cielos!

_ No es para más que te asombres de su poder, mi tortuga amiga. Él es un ninja que emplea una técnica totalmente impresionante. La llaman: kung fu; un arte que solo él
puede utilizar.

_ ¡¿Kung fu?! ¡Claro! Por eso me parecían familiares sus movimientos.

_ ¿Cómo? ¿Conoces dicho arte?

_ En efecto, Kashi-dono. En mi mundo mucha gente lo practica.
Todos quedaron asombrados por lo que había dicho. No paso mucho rato para que una conclusión se manifestara en la alianza ninja.

_ ¡Donatello debe ser el estratega! – gritaron los shinobies al unísono.
La sorprendida tortuga no sabía a dónde meterse. Todos la miraban esperanzados esperando que dijera algo que cambiara la situación. Entonces, desde la retaguardia, se oyó la voz de alguien.

_ Oigan ¿no que era yo el estratega?

_ ¡Tú te callas, Tediomaru! – exclamo la multitud.

_ Pero…

_ ¡Tú no sabes nada de kung-fu! ¡Donatello sí! – volvió a decir la multitud.

_ No, pero…

_ ¡Que alguien le dé un Sudoku de una buena vez!
Y el confundido shinobi es lanzado a la retaguardia con un libro de dicho juego en la boca.
La tortuga hubiera querido aprovechar la oportunidad para escabullirse, pero ya era demasiado tarde, pues nuevamente lo habían rodeado expectantes por lo que fuera a decir.

_ Este… hola de nuevo, amigos ¿quieren que les cuente un chiste? Mi hermano Miguel me ha enseñado unos muy buenos, saben… je.
Los ojos de toda la alianza seguían firmes viéndole con la misma expresión penetrante. Los malos de turno permanecían a la espera, como buenos personajes de anime.

_ Bueno, si es que insisten.
Acercándosele un anciano extrañamente ataviado con un primitivo jetpack, le mira por un momento buscando algo en su figura. Asintiendo con la cabeza, le devuelve una sonrisa.

_ Por tu apariencia, he notado que sabes de lo que hablas. Tehatake me ha dicho que no eres de esta dimensión ¿no será que Ramen te habrá invocado por error?

_ ¡Oiga! – reclamo Miso.

_ Jo, jo, jo. En fin, ve pensando en una estrategia para vencer a este formidable oponente. Allí tienes al jefazo de la aldea entre las dunas, Gárgara. Que no te intimide su voz, es que siempre anda con la garganta seca, jo, jo, jo, jo.

_ Ya te oí, viejo Okidoky.

_ Je, je, je.

_ Ya, ya. Entonces ¿Qué planeas que hagamos, Donatello?
La tortuga no podía creer que los principales representantes de ese mundo le estuvieran pidiendo consejo. Entre la presión y el asombro, su rostro se movía tanto como sus nerviosas manos. No obstante, se recompuso y les dijo que pronto les tendría preparado un plan.

_ Necesito que me actualicen sobre las habilidades de ese tal Madera y su acompañante Zeto.

_ Muy bien. Pasaremos a la ofensiva nuevamente para que analices sus técnicas.
Retomando la batalla, la alianza vuelve a cargar contra el imbatible. Este, tronándose los dedos, responde al ataque dejando inconsciente a todo el que se le acercaba con técnicas de las más variopintas, a puño limpio o a los espadazos.
Donatello noto que este empleaba un método que no tenía comparación con las de sus adversarios, ya que estos lo atacaban con técnicas muy estrafalarias y poco prácticas, dejando muchos huecos sin cubrir en sus defensas.

_ ¡Ya lo tengo! – exclamo la tortuga sorprendiéndose ella misma de haberlo dicho.

_ ¿En verdad?

_ Eso creo. Acérquense para que les pueda decir lo que tengo pensado.
Luego de una breve charla, la expresión de los ninjas pasó de la alegría a la total confusión.

_ ¡¿Qué dejemos de atacarle?! ¿Es enserio?

_ Muy en serio, Ramen. Aunque lo digo por la mayoría.

_ ¿Eh?

_ Quiero decir que deben dejar de pelear y cederles el lugar a los más aptos.

_ ¡¿Cómo?!

_ Escuchen, compañeros. Nuestro estratega ha hablado – replico Gárgara.
Toda la alianza ninja asintió afirmativamente y cayó sentada tomando la posición de espectadores.

_ ¡Tú no, Ramen!

_ Pero sí él lo dijo, Okidoky.

_ Si serás… ¿no te habíamos dejado pelear porque eres uno de los shinobies más poderosos?

_ ¿Ah? ¡Oh, es cierto! Ya me había olvidado de eso, viejo.
Cansada de esperar que hicieran algo, Temarié tomo su fuelle gigante y dirigió el aire hacía el desprevenido Madera moviéndole el flequillo para el otro lado, lo cual hizo que perdiera el equilibrio y se cayera.

_ Jum. Veo que hay usuarios de vienton por aquí. Habrá que ponerse un abrigo más grueso – replicó el ninja sarcásticamente mientras se reacomodaba el flequillo.

_ ¡Tifones! No le he hecho nada – se lamentó la rubia kunoichi – tendría que haberle puesto veneno a mi fuelle.

_ Ja, pues no te dejaré repetirlo.
Aspirando una buena bocanada de aire, el shinobie tomo de sus espaldas un lanzallamas y soplo ferozmente en una abertura antes de la boquilla aumentando la combustión que el arma disparo sobre la alianza. No sin antes decir: “Quematon: ahí va tu batallón”.

_ Ninjas espectadores ¡hagan algo por sus superiores! – exclamo Okidoky.
Respondiendo ante el ataque, los usuarios de hachedosoton soportaron la llamarada con sus mochilas pulverizadoras, lo que provoco una densa neblina. Aprovechando el encubrimiento, Madera entro en escena lanzando a todos lados una docena de molotovs a la par de practicar su kung fu contra todo ninja que encontrará a su paso. Entonces comenzó a notar que algunos no gritaban de dolor cuando los golpeaba, sino que explotaban lanzando arena por doquier.

_ Mis clones balones con terrones lo detendrán.

_ ¿Estás seguro, Gárgara?

_ Claro que sí, hermana ¿no ves cómo se restriega los ojos?

_ Oh, es verdad.

_ Bien. Hazles señas a los camioneros para que traigan la arena.

_ ¿De… de dónde han venido esos camiones volcadores?

_ No hay tiempo para que te explique.
Tres enormes volquetes derramaron su contenido en dirección a Madera. No obstante, este esquivó ágilmente la avalancha. Esperándole con una “grancolasengan”, Ramen arremete contra el desprevenido enemigo. Este quiso evadir el ataque, pero el anciano jefe había levantado un muro de ladrillos pre moldeados con varillas de acero que habían traído, de paso, los camioneros. La efervescente explosión hizo que algunos ninjas de la alianza cayeran por la onda expansiva. Cuando la nube gasificada se disipo, todos quedaron anonadados al ver que una veintena de clones de Zeto habían protegido al Achija con paraguas reforzados.

_ Ya era hora de que hicieras algo ¿no te parece?

_ Yo no he sido.

_ ¿Eh? Ah, ya veo.
Okidoky observo por unos momentos a los nuevos llegados. Subió una ceja. Luego la otra. Y la otra. La otra la subió Gárgara al no saber quiénes eran.

_ ¿Quiénes son, anciano?

_ Ellos son los “susanos”, mi joven jefazo.

_ ¿Los susanos?

_ Así es – afirmo el veterano – y en verdad no comprendo por qué están aquí.


El albino acatsuki carcajeaba estrambóticamente contemplando la nube de polvo que había levantado el inmenso ataque. Su compañero relamía la paleta frenéticamente soltando cada tanto una risita maquiavélica.

_ El arte es… ¡Boom! Ja, ja, ja, ja.

_ Si tú lo dices, Tobias…
Permaneció vitoreante por un buen rato mientras la espesa polvareda se disipaba. Antes de que esta se desvaneciera, noto que algo no iba bien.

_ ¡Silencio, Escorbuto! ¿No oyes algo extraño?

_ Pues ¿Qué debería oír? No se oye nada.

_ Exactamente.

_ ¿Y entonces?

_ No escucho el sonido del arte.

_ ¿Ah?

_ Los clones de zeto ¿los ves?

_ Si, Tobias. Están… ¡Espera! ¿Por qué están desmayados? Mi químico electro-reactivo debería haberlos reanimado.
La nube de polvo se había disipado por completo. Al hacerlo, los dos acatsuki vieron sorprendidos que no había nadie en medio.

_ ¡¿Dónde están mis especímenes?!

_ Aquí arriba, paliducho – le respondió una femenina tortuga. Era Venus de Milo.
Gracias a la ayuda de Casey y el maestro Splinter, habían enlazado a las tortugas en el momento preciso para sacarlas de allí.

_ ¡Esto es humillante! – reclamó Rafael.

_ Ja, ja, ja, ja. No te quejes, llorica. Gracias a Venus ahora están a salvo. Por suerte que ella traía una buena cantidad de cuerdas ¿no lo creen?

_ Sigo sin entender porque llevabas tanta cantidad – le dijo la reportera.

_ Bueno. Una chica debe estar preparada para cualquier cosa ¿no es así, O´Neil?

_ ¿O será que tu acompañante tiene algo que ver?

_ ¿Él? ¡Es cierto! Me he olvidado de presentarles a mi acompañante. Se llama Kirby.

_ Es un honor conocer a los hermanos de Donatello – dijo el nuevo.

_ ¿Conocernos? ¿Honor? ¿Donatello?

_ Así es. El gran luchador.

_ ¿Gran luchador? ¿Quién eres tú? – preguntó Rafael.

_ Yo soy simplemente un dibujante, ex conserje del departamento donde O´Neil vivía.

_ ¡Kirby! Ahora veo porque me resultabas familiar – exclamo la reportera.

_ Yo sigo sin saber que diantres pasa – suspiró la tortuga.
Tobias y Escorbuto, como dicta el protocolo, permanecían quietos esperando cortésmente que la escena de presentación terminara.

_ Vaya ¿y tú también has llegado aquí como nosotros?

_ Oh no, señorita. Permanecí atrapado en un universo paralelo creado por mí, aquellas ves que luchamos contra las criaturas con Donatello.

_ ¿Y cuando ocurrió eso? Don no nos dijo nada acerca de esto.

_ Es cierto, Rafa. Así que ¿este mundo fue creado por ti?

_ Oh, no. Eso creo.

_ ¿Eso crees?

_ Supongo. He llegado aquí luego de dibujar una nueva puerta interdimencional.

_ ¡¿Una qué?! – exclamo Miguel Angel entusiasmado.

_ Una puerta interdimencional.

_ ¿En serio? ¿Y cómo le has hecho para “dibujarla”, si se puede saber? – preguntó Rafael.

_ Con esto – les dijo mostrándoles su lápiz al que tenía atado un cristal violáceo.

_ ¡Vaya! Se parece mucho al que Casey había encontrado ¿no les parece?

_ Es cierto, Leo. Aunque este es más pequeño.
Kirby oyó asombrado las declaraciones, asustando un poco a los presentes.

_ Oye ¿Por qué has puesto esa cara?

_ Oh, es que me emociona saber que hay otro cristal como el mío, Rafael.

_ ¿Otro? ¿No me dirás que entonces…?

_ Si, exactamente.

_ ¡¿Qué he creado un mundo?! – exclamó Miguel.

_ Bueno, no sabemos si eso es totalmente cierto. Pero ¿reconoces algo de este lugar?

_ ¿Yo? Pues claro que lo reconozco. Este es el mundo de Ramen Sisecome, la historieta que estaba leyendo esa noche cuando se me cayó de las manos el cristal sobre él, señor Kirby.

_ ¡Oh! Ya veo. Es increíble que sin dibujar se haya podido crear el portal como yo lo hago.

_ ¿En verdad?

_ Claro. Mientras estaba en el mundo paralelo que yo había creado, un científico estudio el cristal. Me dijo que este recogía información energética de mi cerebro para convertir lo que dibujaba en algo real. No entiendo mucho que quiere decir eso, pero parece que no solamente lo que dibujes influye sino también tus pensamientos.

_ ¡Diantres! Por eso es que veo cosas que no cuadran.

_ ¿Cómo qué?

_ No sé muy bien, pero hay algo que no debería estar. Es que hace poco empecé a leer el comic y no recuerdo demasiado sobre la historia.

_ Suponiendo entonces que este mundo fue creado en parte gracias a los pensamientos de Mike, no me extraña que nuestros adversarios sean tan extravagantes…

_ ¡Ya recuerdo! – exclamó de repente Miguel.

_ ¿Qué cosa?

_ Me acuerdo que cuando leía la historieta pensaba como podría ser en nuestro mundo, con habilidades como las que empleamos nosotros, es decir, adaptadas a nuestras posibilidades.

_ Entiendo. Por eso son tan extrañas sus técnicas de batalla. Solo a ti se te podían ocurrir esas cosas, ja, ja, ja, ja.

_ ¡Oye! ¿Qué has querido decir con eso, Leo?

_ Oh, nada, nada. En fin, todavía hay algo que no comprendo ¿por qué los reanimados clones que nos atacaron con bombas ninjas están de nuevo en el suelo?

_ Por eso – apunto Casey Jones en dirección a los cuerpos inconscientes. Por detrás de los árboles, surgieron una veintena de ninjas ataviados a la usanza conocida, completamente de negro.

_ ¿Y eso?

_ Ellos son obra de Kirby, Rafa. Mientras los enlazábamos a ustedes, al caer las bombas y levantar el polvo, ellos se encargaron de noquear a todo el centenar de clones.

_ Impresionante.
Al ver a los ninjas, los dos miembros de Acatsuki comprendieron lo acaecido.

_ No me esperaba ver una fuerza de contraataque. Muy bien, creo que es hora de poner manos en la masa ¡ja, ja, ja, ja, ja, ja!

_ Bah. Tú y tus chistes baratos, Tobias. Recuerda que debe quedar algo entero ¿me oyes?

_ Sí, sí. Cuidare de no excederme… demasiado.
El enmascarado rápidamente puso sus dos manos en los bolsillos, y luego de unos instantes, saco dos enormes bolas de C4.

_ Oigan, eso me parece familiar.

_ ¿Qué cosa, Miguel?

_ Eso que sostiene, Leo.

_ ¿El C4? Claro, Donatello siempre lleva media docena con él.

_ No, no. No es eso.

_ ¿Y entonces?

_ Me parece recordar algo… ¡Ya sé! Es la técnica que empleaba Gaydara.

_ ¡¿Gaydara?! – exclamó Jones pasmado.
Oyéndoles, el ataviado payaso se acercó a ellos y, para su sorpresa, se quitó la máscara.
Bajo esta se ocultaba ni más ni menos que el rostro del personaje que Miguel Ángel había mencionado, aunque con algunas diferencias: tenía los labios pintados de un rojo carmesí, los ojos sombreados y llevaba puestos un par de anteojos de marco grueso con cristales circulares de color amarillo.

_ ¡Gaydara ya no existe! Ahora soy… ¡Susana!

_ ¿Su…Susana? – se preguntó Mike confundido – ¿la rubia argentina?
Sin perder más el tiempo, el travestido lanzó las dos bolas de explosivos contra los ninjas dibujados. Al tiempo, volvió a tomar más masa de sus bolsillos y repitió el ataque. Varios shinobies cayeron ante el C4. Viendo que la cosa se ponía delicada, las tortugas se lanzaron a la batalla.

_ ¿Quieren detenerme? ¡A mí mis susanos!
Al igual que Madera, el payaso travestido se vio rodeado por una docena de clones de Zeto con paraguas reforzados. La batalla se puso encarnecida con los dos bandos enfrascados en luchas individuales mientras Susana reía alocadamente lanzando explosivos por todo el lugar.
Observando desde una distancia prudencial, Escorbuto permanecía a la expectativa de que alguna de las tortugas cayera. Y así fue, pues una de las ondas expansivas noqueo a Rafael dejándolo inconsciente. Uno de los clones lo tomo y lo llevo ante el albino. Para cuando sus hermanos se dieron cuenta, ya era demasiado tarde.

_ ¡Demonios! ¡¿Cómo pudo pasar?! – se lamentó Leonardo.
Sacando un control remoto de su bata, Escorbuto acciona uno de los botones. La tierra comenzó a temblar y pronto, a sus espaldas, apareció desde la tierra una excavadora de Krang.

_ ¡¿Pero qué…?! ¿No serán Bebop y Rocoso? ¿Cómo…?
Las palabras de Casey fueron apagadas por el intenso ruido que la máquina producía. La compuerta se abrió y desde su interior aparecieron los susodichos personajes. Antes de que pudieran reponerse, el suelo tembló asustadoramente.

_ ¿No será que es el…?
Produciendo un gran levantamiento, la inconfundible esfera del Tecnódromo hizo aparición.

_ ¡¡¿Pero qué rayos está pasando?!! – exclamo Venus de Milo.
Sin tiempo de reacción, el albino lanza un tubo de ensayo sellado al rinoceronte. Este corre con la muestra de sangre de Rafael y desaparece en las profundidades del colosal vehículo.
Para sorpresa de las tortugas, sus adversarios retroceden junto al Tecnódromo.

_ Ve a por Rafa, Miguel. Debemos estar preparados para lo que puedan estar tramando.

_ Seguro, Leo. Aunque me temo que no la tendremos fácil… si mal no recuerdo.

_ ¿A qué te refieres?

_ En la historieta algo malo, muy pero muy malo sucedía cuando conseguían todos los elementos para completar su proyecto.

_ ¡Diantres! Trae a Rafael de inmediato entonces.

_ A la orden.


Contemplando el Tecnódromo, el grupo de héroes ve que cientos de compuertas se abren por todo su redor. Desde ellas aparecen enormes luces de diferentes colores, nueve en total para ser más precisos.

_ ¡Cúbranse los ojos! O mejor dicho ¡¡Ha cubierto!!
Pero ya era demasiado tarde. Los rayos estroboscópicos los atontaron dejándoles paralizados.
Miguel Ángel pudo ver que la alianza ninja suprema había llegado justo solo para caer en el enorme “genjutsu” de los Acatsuki.
Con los últimos segundos de lucidez Miguel vio que surgía desde el Tecnódromo la figura de Shredder. Y entonces todo quedo negro para él.


_ ¡¡¡Es Shredder!!! ¡¡Es él!!
Gritando descontroladamente, la tortuga se despierta en su cuarto bajo las alcantarillas. Miro confundido a todos lados no comprendiendo que estaba ocurriendo. Sus hermanos pronto se reunieron junto a él, somnolientos y bastante malhumorados.

_ ¡¿Qué sucede, Mike?! ¿Has dicho Shredder?

_ ¡Sí! ¡No! No lo sé, Dona…

_ ¿Ah?

_ Ya, Miguel. Veo que te has dormido leyendo esas historietas fantásticas otra vez.
A su lado estaba caído el comic del que había creído formar parte.

_ Pero ¿cómo…? Todo fue tan real.

_ ¡Ya deja de leer eso, zopenco! – dijo Rafael atizándole un golpe en la cabeza – Quedaras más trastornado de lo que ya estas.

_ ¡Auch! Es… está bien. Pero…

_ Pero nada. Te me vas a dormir que mañana tenemos día de entrenamiento intensivo.

_ Ok, Leo. Supongo que todo fue un mal sueño.

_ De seguro, Mike. Y espero que no se repita ¿me oíste?

_ Sí, si Rafa.
Al poco rato todos habían regresado a sus habitaciones. Miguel permaneció despierto sin poder conciliar el sueño tratando de entender que acababa de ocurrirle. Mirando a un lado notó que algo brillaba. Al quitar un par de historietas, encontró el cristal que aquel día Casey Jones le había entregado.

_ Oye, Mike.
La voz de Donatello asusto a la tortuga haciéndole caer la roca.

_ Me has asustado, Dona.

_ Lo siento.
Tomando la piedra brillante, quedo unos segundos viéndola detenidamente.

_ ¿Ves esta roca? Bueno, es casi idéntica a la que Kirby tenía, Mike.

_ ¡¿Cómo has dicho?! ¿Lo conoces?

_ Sí. No fui sincero con ustedes, pero hace mucho cuando estábamos en el apartamento de O´Neil, tuvimos una aventura interdimencional.

_ ¿En verdad? ¡Increíble!

_ Y que lo digas, Miguel.

_ Entonces ¿lo que me ocurrió fue todo real?
Su hermano le sonrió con picardía.

_ ¿Sí? ¡Vaya!

_ Bueno, no he dicho que sí. Verás, en realidad esto no es un cristal cualquiera.

_ ¿No? ¿Entonces?

_ Este, mi caro hermano, es solamente kriptonita de otro color.

_ ¡¿Qué?!
Y nuevamente Miguel fue amonestado por gritar en medio de la noche, acusado de que sus historietas lo habían trastornado. Todo había sido un sueño muy, pero muy real.

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