miércoles, 8 de octubre de 2014

Las TMNT en el mundo Ninja - Cap. 4 / 3era parte

Al fin llega la continuación de este trepidante capítulo. La guerra ninjástica prosigue con más altercados y técnicas estrafalarias ¡No se lo pierdan!

Escojan a su gusto el tamaño de la fuente para que sea más cómoda su lectura... ¡y a leer se ha dicho!

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Arte vs realidad 
Cap. 4 - 3era parte

Cuerpo: 14 16 18
La sorprendida tortuga no sabía a dónde meterse. Todos la miraban esperanzados esperando que dijera algo que cambiara la situación. Entonces, desde la retaguardia, se oyó la voz de alguien.

_ Oigan ¿no que era yo el estratega?

_ ¡Tú te callas, Tediomaru! – exclamo la multitud.

_ Pero…

_ ¡Tú no sabes nada de kung-fu! ¡Donatello sí! – volvió a decir la multitud.

_ No, pero…

_ ¡Que alguien le dé un Sudoku de una buena vez!
Y el confundido shinobi es lanzado a la retaguardia con un libro de dicho juego en la boca.
La tortuga hubiera querido aprovechar la oportunidad para escabullirse, pero ya era demasiado tarde, pues nuevamente lo habían rodeado expectantes por lo que fuera a decir.

_ Este… hola de nuevo, amigos ¿quieren que les cuente un chiste? Mi hermano Miguel me ha enseñado unos muy buenos, saben… je.
Los ojos de toda la alianza seguían firmes viéndole con la misma expresión penetrante. Los malos de turno permanecían a la espera, como buenos personajes de anime.

_ Bueno, si es que insisten.
Acercándosele un anciano extrañamente ataviado con un primitivo jetpack, le mira por un momento buscando algo en su figura. Asintiendo con la cabeza, le devuelve una sonrisa.

_ Por tu apariencia, he notado que sabes de lo que hablas. Tehatake me ha dicho que no eres de esta dimensión ¿no será que Ramen te habrá invocado por error?

_ ¡Oiga! – reclamo Miso.

_ Jo, jo, jo. En fin, ve pensando en una estrategia para vencer a este formidable oponente. Allí tienes al jefazo de la aldea entre las dunas, Gárgara. Que no te intimide su voz, es que siempre anda con la garganta seca, jo, jo, jo, jo.

_ Ya te oí, viejo Okidoky.

_ Je, je, je.

_ Ya, ya. Entonces ¿Qué planeas que hagamos, Donatello?
La tortuga no podía creer que los principales representantes de ese mundo le estuvieran pidiendo consejo. Entre la presión y el asombro, su rostro se movía tanto como sus nerviosas manos. No obstante, se recompuso y les dijo que pronto les tendría preparado un plan.

_ Necesito que me actualicen sobre las habilidades de ese tal Madera y su acompañante Zeto.

_ Muy bien. Pasaremos a la ofensiva nuevamente para que analices sus técnicas.
Retomando la batalla, la alianza vuelve a cargar contra el imbatible. Este, tronándose los dedos, responde al ataque dejando inconsciente a todo el que se le acercaba con técnicas de las más variopintas, a puño limpio o a los espadazos.
Donatello noto que este empleaba un método que no tenía comparación con las de sus adversarios, ya que estos lo atacaban con técnicas muy estrafalarias y poco prácticas, dejando muchos huecos sin cubrir en sus defensas.

_ ¡Ya lo tengo! – exclamo la tortuga sorprendiéndose ella misma de haberlo dicho.

_ ¿En verdad?

_ Eso creo. Acérquense para que les pueda decir lo que tengo pensado.
Luego de una breve charla, la expresión de los ninjas pasó de la alegría a la total confusión.

_ ¡¿Qué dejemos de atacarle?! ¿Es enserio?

_ Muy en serio, Ramen. Aunque lo digo por la mayoría.

_ ¿Eh?

_ Quiero decir que deben dejar de pelear y cederles el lugar a los más aptos.

_ ¡¿Cómo?!

_ Escuchen, compañeros. Nuestro estratega ha hablado – replico Gárgara.
Toda la alianza ninja asintió afirmativamente y cayó sentada tomando la posición de espectadores.

_ ¡Tú no, Ramen!

_ Pero sí él lo dijo, Okidoky.

_ Si serás… ¿no te habíamos dejado pelear porque eres uno de los shinobies más poderosos?

_ ¿Ah? ¡Oh, es cierto! Ya me había olvidado de eso, viejo.
Cansada de esperar que hicieran algo, Temarié tomo su fuelle gigante y dirigió el aire hacía el desprevenido Madera moviéndole el flequillo para el otro lado, lo cual hizo que perdiera el equilibrio y se cayera.

_ Jum. Veo que hay usuarios de vienton por aquí. Habrá que ponerse un abrigo más grueso – replicó el ninja sarcásticamente mientras se reacomodaba el flequillo.

_ ¡Tifones! No le he hecho nada – se lamentó la rubia kunoichi – tendría que haberle puesto veneno a mi fuelle.

_ Ja, pues no te dejaré repetirlo.
Aspirando una buena bocanada de aire, el shinobie tomo de sus espaldas un lanzallamas y soplo ferozmente en una abertura antes de la boquilla aumentando la combustión que el arma disparo sobre la alianza. No sin antes decir: “Quematon: ahí va tu batallón”.

_ Ninjas espectadores ¡hagan algo por sus superiores! – exclamo Okidoky.
Respondiendo ante el ataque, los usuarios de hachedosoton soportaron la llamarada con sus mochilas pulverizadoras, lo que provoco una densa neblina. Aprovechando el encubrimiento, Madera entro en escena lanzando a todos lados una docena de molotovs a la par de practicar su kung fu contra todo ninja que encontrará a su paso. Entonces comenzó a notar que algunos no gritaban de dolor cuando los golpeaba, sino que explotaban lanzando arena por doquier.

_ Mis clones balones con terrones lo detendrán.

_ ¿Estás seguro, Gárgara?

_ Claro que sí, hermana ¿no ves cómo se restriega los ojos?

_ Oh, es verdad.

_ Bien. Hazles señas a los camioneros para que traigan la arena.

_ ¿De… de dónde han venido esos camiones volcadores?

_ No hay tiempo para que te explique.
Tres enormes volquetes derramaron su contenido en dirección a Madera. No obstante, este esquivó ágilmente la avalancha. Esperándole con una “grancolasengan”, Ramen arremete contra el desprevenido enemigo. Este quiso evadir el ataque, pero el anciano jefe había levantado un muro de ladrillos pre moldeados con varillas de acero que habían traído, de paso, los camioneros. La efervescente explosión hizo que algunos ninjas de la alianza cayeran por la onda expansiva. Cuando la nube gasificada se disipo, todos quedaron anonadados al ver que una veintena de clones de Zeto habían protegido al Achija con paraguas reforzados.

_ Ya era hora de que hicieras algo ¿no te parece?

_ Yo no he sido.

_ ¿Eh? Ah, ya veo.
Okidoky observo por unos momentos a los nuevos llegados. Subió una ceja. Luego la otra. Y la otra. La otra la subió Gárgara al no saber quiénes eran.

_ ¿Quiénes son, anciano?

_ Ellos son los “susanos”, mi joven jefazo.

_ ¿Los susanos?

_ Así es – afirmo el veterano – y en verdad no comprendo por qué están aquí.


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