jueves, 25 de septiembre de 2014

Las TMNT en el mundo Ninja - Cap. 4 / 2da parte

Nadie se esperaba que el jefe de los mal ataviados se presentara así de sopetón. Ni tampoco que esta historia prosiguiera ¿o no? ¡Que las grandes batallas den inicio!

Nuevamente, y con alegría, les presento el día de hoy otro creativo fanart de manos de Jonathan Lesiw: un Kakashi anbu-tortuga ¡Gracias de nuevo!




Escojan a su gusto el tamaño de la fuente para que sea más cómoda su lectura... ¡y a leer se ha dicho!

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Arte vs realidad 
Cap. 4 - 2da parte

Cuerpo: 14 16 18

Tomando sus armas, los tres hermanos, Casey Jones y el maestro Splinter respondieron al ataque de los cientos de “zetos”. Con agilidad nuestros héroes esquivaban las incesantes arremetidas puntiagudas a la vez que incapacitaban a sus portadores. Viendo que no progresaba el ataque, el jefe Acatsuki ordenó la retirada de los jeringuistas.

_ Por fin desistieron – suspiró Casey Jones.

_ No cantes victoria. Creo que se preparan para otra envestida ¡Y parece que nos quieren dejar bien vestidos! – le dijo Miguel contemplando a un nuevo grupo de cosplayers.
Los clones de zetos ahora cargaban con camisas de fuerza, mientras que otra mitad iba armada con bastones de madera. El grupo iba dividido en parejas, uno con el chaleco y el otro con el palo. Mientras la segunda atacaba, la primera intentaba por la retaguardia inmovilizar con su opresiva vestimenta. No obstante, las tortugas lograron salir invictos en el enfrentamiento.
Notando el enojo de los malos cosplayers, los hermanos vieron cómo se iban agrupando desordenadamente entre ellos hasta formar una masa de gentío.

_ ¡Apelotonamiento no-jutsu! – vociferaron mientras corrían apretujados contra sus desconcertados contrincantes. La conglomeración estaba conformada por unos doscientos clones de Zeto que tenía la forma de media luna para abarcar el mayor espacio y dejar sin escape a las tortugas. El fervoroso grupo creyó que tenía la victoria en sus manos, pero lo único que encontraron fue la dura pared de rocas de la caverna ya que sus adversarios saltaron por encima de ellos y escaparon corriendo por sus cabezas. Los hermanos miraron anonadados como todos los clones habían quedado inconscientes.

_ No sé si es la peor técnica que he visto o que sean los peores fanáticos.

_ Puede que ambas, Rafael.

_ Por eso me cuesta tanto decidirme, Leo.
El jefe Acatsuki observaba apacible la escena, como si no le importara. Chasqueando los dedos, llamo a otro batallón de malos coplayers lanzándolos al ataque con la misma estrategia, obteniendo el mismo resultado. Y como si nada, volvió a llamar y enviar a los inefectivos soldados que eran vapuleados por las armas de las tortugas. Un gran número de clones inconscientes se habían amontonado a su redor como costales de arena.

_ ¿Es que no ve lo que está pasando o lo hace adrede?

_ No lo sé, Rafa. Pero no parece preocuparle – le respondió su maestro.
Cambiando su accionar, el variopinto líder tomo un interruptor de su bolsillo y lo acciono. Como si fuera una película de zombies, los cientos de cosplayers se levantaron sorprendiendo en gran manera a los defensores.

_ ¡Cielos! ¡¿Cómo puede ser?!

_ Tranquilo, Miguel. Fijáte bien en ellos: están dormidos. Es como si sus cuerpos se movieran por si solos.

_ Y claro, maestro ¡Son zombies! ¡¡Yo me voy de aquí!! – le contesto la temerosa tortuga.
Una perturbadora y familiar carcajada resonó en el lugar, deteniendo en seco la huida de Miguel Angel. Al lado del jefe Acatsuki apareció la figura de Escorbuto.

_ ¡Tú aquí! ¿estas vivo de verdad?

_ Claro que lo está, Rafa ¡Porque es un zombie! – dijo Miguel aterrorizado.

_ Ya, Mike…
Quitándose la capucha, el desequilibrado galeno dejó ver su pálida tez, donde se pudo apreciar que uno de sus ojos estaba completamente en blanco.

_ ¡Lo ven, lo ven! ¡Es un zombie!

_ No, Mike. No creo que eso sea posible – le contesto Leonardo

_ ¡Jua, jua, jua, jua, jua, jua! Lamentablemente tienes razón, mi verde espécimen.

_ Pero… pero ¡si te ves como un zombie! – volvió a recalcar la tortuga.

_ Vaya. Nunca me habían dicho algo tan encantador, la verdad. Agradezco que mi albinismo sea de tu agrado – le dijo mientras le hacía una venia.

_ ¡Albinismo! ¡Se los dije, se los dije! Eso es… es… ¿Qué es eso?

_ ¡Jo, ju, jo, ju, jo, ju, ja! No tiene sentido que te lo explique, mi ignorante reptil.
Al instante, los manipulados cosplayers de zetos levantaron sus manos derechas dejando ver en sus palmas pequeñas bombas ninja.

_ ¡Demonios! – solo llego a decir Rafael cuando las cientos de bombas fueron lanzadas hacia ellos.


Mientras tanto, en el frente de batalla, la alianza de los ninjas junto a los jefazos se enfrentaba contra miles de otros tantos malos cosplayers. Al llegar al lugar, Donatello puedo ver que no solo eran clones de Zeto, sino que él mismo estaba allí al lado de una figura que repelía sin problemas a todo atacante que se le acercara.

_ ¿Quién es?

_ ¿El de cabellos oscuros con armadura de samurái?

_ Si, ese mismo.

_ El, mi caro amigo, es uno de los mejores ninjas de la historia. Su nombre es Madera Achiha.

_ Salud.

_ ¿Eh?

_ ¿No has estornudado?

_ Ah… no.

_ Oh… ¡Oh! Es el apellido. Ya veo.

_ ¿Jum? Bueno, mejor será que nos unamos a la batalla ¿están listos?

_ ¡Nací listo, Kashi-sensei!

_ Eso me temo… ¿y tú, Donatello?

_ Bueno, nunca he estado en una guerra (y ni sé porque estoy aquí realmente), pero intentare ayudar en lo que pueda.

_ Bien dicho. Entonces te encargaré a Ramen para que lo protejas. Como sabes, ellos están buscando su sangre y la del otro bichoo.

_ Entiendo. Intentare protegerlo lo mejor posible.

_ Bien. Nos vemos en el frente.
Pronto se reunieron con el resto y permanecieron quietos viendo como sus compañeros eran golpeados por el imbatible Madera. Donatello no podía creer la habilidad de este ninja que paraba cualquier ataque físico con y sin armas empleando solamente a otros ninjas. Avanzaba abatiendo a todos como si fueran de papel utilizando sus puños o las armas que les quitaba al azar de las manos.

_ ¡Cielos!

_ No es para más que te asombres de su poder, mi tortuga amiga. Él es un ninja que emplea una técnica totalmente impresionante. La llaman: kung fu; un arte que solo él
puede utilizar.

_ ¡¿Kung fu?! ¡Claro! Por eso me parecían familiares sus movimientos.

_ ¿Cómo? ¿Conoces dicho arte?

_ En efecto, Kashi-dono. En mi mundo mucha gente lo practica.
Todos quedaron asombrados por lo que había dicho. No paso mucho rato para que una conclusión se manifestara en la alianza ninja.

_ ¡Donatello debe ser el estratega! – gritaron los shinobies al unísono.


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